Durante mucho tiempo se extendió la idea de que no era posible cultivar olivos en Castilla y León por sus condiciones climáticas, aprovechando la tierra para el cultivo del cereal o la vid.
Olivos Castilla y León
A día de hoy este hecho ha cambiado, encontrando en la meseta olivos de nueva plantación como los del Grupo Matarromera. Tan sólo unos pocos reductos castellanos conservan sus olivos centenarios, pequeñas concentraciones en Ávila, Salamanca, Valladolid y Zamora que representan el esplendor olivarero que un día tuvo nuestra región.
Oleoturismo en Castilla y León
Apuesta por la Calidad
Los olivos centenarios en Castilla y León tienen un rendimiento graso menor que los del resto de comunidades aceiteras por antonomasia como Andalucía o Castilla la Mancha. Para hacer un litro de aceite se necesitan 6-8 kilos de olivas, mientras que en el sur bastan 4 kilos de aceitunas hojiblanca y arbequina para conseguirlo.
Por este motivo, los productores olivareros castellanos optan por ofrecer aceites de oliva virgen extra de gran calidad cuyo aroma, color y sabor es muy intenso, nada que ver con los aceites que encontramos en las grandes superficies. En ocasiones es difícil encontrar estos aceites en el mercado español, ya que la mayoría se exportan a países del norte de Europa.
Nuevas Experiencias de Oleoturismo
Pese al abandono de los cultivos y la falta de una denominación de origen oficial, algunas almazaras como Soleae en Herguijuela de la Sierra (Salamanca), apuestan por la recuperación de los olivos mediante el cultivo ecológico y la protección de los recursos naturales de la zona.
Almazara Soleae
María Hernández y Jesús Ángel Blanco dedican su vida a la manzanilla cacereña y la ocal, variedades locales que se distribuyen por la Sierra de Francia en bancales cultivados de forma tradicional, ya que no hay espacio en la montaña para la maquinaria actual de recogida.
María y Jesús Ángel apuestan también por el oleoturismo, toda una experiencia para el viajero que podrá descubrir de primera mano cómo se cuida la oliva desde la tierra a la almazara, aprender a catar aceite, distinguir los matices de su sabor y cómo sacarle provecho.
Aprender a Catar Aceite
- El aceite tiene una acidez cero cuando está aún en el olivo. Es en el momento de su recogida cuando comienza a oxidarse. Al contrario que el vino, para que el aceite conserve todas sus propiedades antioxidantes debe consumirse en el mismo año de cosecha.
- A la hora de catar es necesario utilizar vasos con cierta coloración pues el aceite engaña a los sentidos. Su sabor no es el mismo que aparenta a simple vista.
- Antes de llevar el aceite a la boca es necesario calentar el vaso en la mano para que el aceite desprenda mejor su aroma.
- El aceite de oliva virgen extra procedente de la manzanilla cacereña y la ocal es muy intenso. En nariz se obtienen aromas a hierbas frescas, flores e incluso mieles. En boca es ácido y picante dejando un retrogusto duradero.
- Para catar el aceite con un pequeño sorbo de unos 10 ml es suficiente. Si te apetece degustar más aceite puedes acompañarlo de una tosta de pan con tomate triturado, miel o chocolate negro rallado. Estas tres combinaciones potenciarán muchísimo su sabor.
¿Has asistido a una cata de aceite en alguna ocasión? ¿Te gustaría practicar oleoturismo? ¡Cuéntanoslo!
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Muy buen trabajo el que hacen Soleae. Y tampoco hay que olvidar el Valle del Tiétar en Ávila, que tiene un microclima que lo hace idóneo para el cultivo del olivo. Nadie pensaría que en la Sierra de Gredos se podría dar aceite de oliva. ¡Pues sí!
Un buen motivo para visitar esta zona con motivo del oleoturismo es el museo que la ONG Gloria Olivae tiene dedicado al olivo y el aceite como articulador del Mediterráneo.
Gracias por tu recomendación Boris!! Iremos al museo que nos comentas en cuanto saquemos un ratito. ¡Nos leemos! 🙂