Hay lugares que saben a vino, que saben a historia, y que saben a arte. Y uno de estos lugares es Aranda de Duero; una villa que no nos cansamos de visitar, ya que tiene la capacidad de que en cada viaje, permite descubrir nuevas experiencias. Como la que pudimos disfrutar gracias al Grupo Tudanca; productores de vinos de la Ribera del Duero, hosteleros, restauradores y confiteros de Aranda.

El Grupo Tudanca

Como promotor de este viaje, queremos daros a conocer a esta empresa familiar, con ya tres generaciones. Un proyecto que nació de la unión de trabajadores incansables. Ella aportaba varios majuelos, de los que hace años surgió en vino Tudanca; y él, pastelero, germen de las confiterías Tudanca, cuyos hojaldres han ido creciendo en popularidad hasta ser un postre típico de los asadores arandinos.

Con los años, esfuerzo y compromiso de sus hijos y hoy sus nietos, llegaron nuevos proyectos, complementarios entre sí, como la estación “Área de Servicio Tudanca”, en la Carretera Nacional N1. Premio nacional como Mejor Área de Servicio de España en el 2007. De ella se aprendió el negocio de la hostelería y la restauración, base del resto de negocios familiares.

Visitamos Aranda de Duero con el grupo Tudanca

Aunque parezca mentira, se puede hacer una escapada de ida y vuelta a Aranda de Duero, disfrutar de alguna de sus bodegas subterráneas, comer un rico lechazo asado, con su postre de hojaldre relleno, en un día.

Esto es, porque Aranda de Duero, una de las capitales del vino de la Ribera del Duero, está muy bien comunicada al estar en la intersección entre la Autovía del Norte A1 y uno de los tramos de la Autovía del Duero A11.

No obstante, si quieres disfrutar más de la zona, que hay mucho que ver, como te hemos ido contando en múltiples experiencias, puedes alojarte en el hotel 4* Área Tudanca Aranda del Duero.

Un plan por Aranda de Duero

Nuestro viaje nos llevó nuevamente a recorrer las calles del casco histórico de Aranda de Duero. Las paradas obligadas son visitar las Iglesias. Empezando por iglesia de Santa María la Real, con una portada gótica flamígera, que en la última restauración, en el 2014 y con motivo de la celebración de la Muestra de Arte Sacro, las Edades del Hombre, sacó a la luz parte de la policromía.

Otro de los detalles que descubrimos, y eso que ya la conocíamos, fueron las puertas de madera de la portada principal. Y eso, que son una réplica que imita el desgaste del paso del tiempo. Las originales se encuentran en su interior. Si lo que vemos es bonito, y tan solo se intuye lo que debió ser, en origen debió ser una maravilla de virtuosismo en la talla de madera.

La otra iglesia importante, que compartió sede durante la Muestra de Las Edades del Hombre, es la iglesia de San Juan, que actualmente es el museo de arte sacro de Aranda de Duero y la comarca Ribera del Duero. Posee una portada gótica, igualmente impresionante, pero de limpias líneas lisas en sus arquivoltas de la portada, y en el tímpano, la imagen de San Juan.

Paseando las calles de Aranda de Duero

Durante nuestro corto recorrido en el que pudimos ver estas dos impresionantes construcciones eclesiásticas, pudimos ver también la Plaza de la Constitución, donde se enlaza con la calle Isillas; donde ya hemos realizado alguna vez una ruta de tapas por Aranda de Duero.

Sin estar programado, nos encontramos con una celebración especial. Las primeras Fiestas de la Matanza.

A cargo de una peña de amigos, están recuperando la tradicional forma de hacer la matanza. En la calle y haciendo una fiesta, es decir, invitando a degustar productos derivados del cerdo junto a vino, mientras se trabaja en el sacrificio del animal y su preparación para elaborar sus derivados. Pensad que con un cerdo, comía un año toda una familia; de ahí su importancia.

Visitando una bodega

Como ya lo hemos comentado en otras ocasiones, Aranda de Duero está hueca. Bajo la superficie, los hasta 7 kilómetros de bodegas bajan hasta 12 metros, la altura del nivel freático del río Duero. Bodegas que van del siglo XII al XV.

Hubo un tiempo, que todas las bodegas estuvieron comunicadas, por lo que eran un perfecto laberinto, ya que los cañones de estas bodegas giran y dan quiebros. Se dice que en ellas, por ejemplo, se escondió la población de Aranda durante la invasión francesa, y no lograron encontrarla.

No todas las bodegas son visitables, algunas sí, claro, son un atractivo de Aranda. En este viaje, visitamos la bodega de Ribiertete. Allí, además de conocer la bodega, disfrutamos de la cata de 4 vinos de Bodegas Tudanca.

Los vinos de Tudanca

La cata, más relajada que una cata tradicional, sobre todo buscaba entablar un ambiente amigable, donde disfrutar el vino no tanto desde un punto de vista técnico, como desde el sensorial. Y es que el entorno, en una verdadera bodega, era de lo más propicio.

Hacemos un inciso; el grupo Tudanca carece de bodega de elaboración propia, aunque sí posee sus viñedos propios y elabora en las instalaciones de otros bodegueros de la Ribera del Duero.

En uno de los cañones de una bodega subterránea de Ribiertete, había una mesa con varias copas y unas tapas de queso y embutidos para acompañar. No vamos a entrar al detalle, nuestros amigos de A Tavola con il Conte os lo contarán mejor. Simplemente indicaros las cuatro referencias que catamos.

El Tudanca tinto roble

Este vino es la gama “baja” de los vinos elaborados por esta bodega. Es un tinto agradable, de fácil paso. Con muchísima fruta roja y tan solo un muy sutil toque de la madera. Es un vino perfecto para salir de tapas, ya que posee un equilibrio muy bueno. Esto lo hace versátil para mil y una tapas.
Muy agradable, aunque no nos enamoró como esperábamos. Aunque no por falta de mérito, si no por los siguientes, a cuál mejor.

El Tudanca tinto Vicenta Mater

Algo más complejo que el anterior, pero con la misma filosofía detrás. Un vino de consumo sencillo, que llame a seguir disfrutando de él, junto a una comida. Hay quién diría que es femenino; no sabemos que puede significar eso, aunque sin duda es un vino moderno y divertido que hace homenaje a la matriarca del grupo, Doña Vicenta, que falleció centenaria y al pie del cañón.

Sin dudarlo, el que más nos gustó. Sería el que recomendaríamos para casi cualquier ocasión.

El Tudanca Vendimia Seleccionada

Un vino más clásico que los anteriores; con mucho más cuerpo. Un tanino muy domado, pero presente. Esto hace que seque la boca y te pida más. Estas características son las que van de maravilla con un menú con asado, como el que tomamos más tarde, o una carne roja; e incluso con un estofado, gracias a los toques especiados.



Muy agradable, aunque algo serio. Sin duda, la opción ideal para disfrutarlo a la mesa en buena compañía.

El Tudanca verdejo

Un cambio total de registro. Un vino blanco, en medio de un universo en torno a los tintos de la Ribera del Duero.

Casi otra exclusiva. Es la referencia que le faltaba al grupo y que ya ha sido incorporada. Un blanco verdejo amparado por la DO. Rueda. A medio camino entre el verdejo clásico y los verdejos “del año”, tendría un momento bueno en un tapeo, pero igual no llega, a nuestra forma de disfrutar de los verdejos.

Área de Servicio Tudanca

Tras la cata, nos trasladamos al complejo Área de Servicio Tudanca. Formado por dos hoteles; uno de dos estrellas y otro de cuatro.

Especialmente chulo es el hotel de cuatro estrellas, preparado para el enoturismo. Junto a ellos, están unos salones para eventos, en los que destaca la sala del Club de Cata. Un tesoro vitivinícola de la Ribera del Duero. Casi un cementerio de botellas de toda la Denominación de Origen.

El área de servicio

Esta área de servicio fue galardonada en el 2007 como la mejor de España. Sin duda, nosotros que como viajeros llevamos muchas paradas por todas partes, esta es una de las más agradables y menos agresivas en cuanto a la venta de productos.

Posee una zona de autoservicio para los que tienen prisa y no quieren gastar mucho dinero, pero también hay una zona de comedor muy agradable que podría rivalizar con cualquier restaurante de categoría.

Comer en el Restaurante Tudanca

En este restaurante, existe la posibilidad de comer el menú del día, que se basa en un tradicional menú castellano, consistente en una Sopa castellana o Sopa de ajo, y un asado de lechazo churro, IGP. Lechazo de Castilla y León; o bien a carta con platos de temporada.

Nuestra experiencia fue una combinación de ambos. Tomamos unos entrantes con morcilla de Aranda, la versión arandina de la morcilla de Burgos, que como sabréis, es particular de cada pueblo. Un pastel salado de verduras y piñones, excelente; y unos níscalos estofados; la seta típica de los pinares meseteros de Castilla y León.

El plato fuerte, como ya os lo podéis imaginar fue un lechazo asado. El asado carece de misterios. Agua, sal y producto. Aunque el horno de leña también aporta algo especial. Y para acompañarlo, posiblemente la mejor la mejor guarnición, aunque sea la más simple, ensalada verde de lechugas.

El vino fue el crianza Tudanca. El vino de cabecera de la casa Tudanca, muy equilibrado para un menú como este, que disfrutamos muchísimo. Sin duda excepcional.

Y de postre qué

Pues no, no tomamos postre ni café ahí. Y no por falta de posibilidades. Otra opción, aún mejor, nos estaba esperando. En una de las confiterías del Grupo Tudanca estaba esperándonos el Maestro Pastelero Don Antonio Cabeza. Allí nos enseñó cómo se hace el exclusivo hojaldre Tudanca. Pero no solo eso, nos permitió entrar en su obrador y hacer un taller de hojaldre. Cada cual se preparó sus propios hojaldres rellenos, de nata o de crema pastelera.

Y con cada cual el suyo, salimos a la zona de atención al público, donde nos esperaban unos cafés para acompañar a este postre tan típico de Aranda de Duero.

Os contamos un secreto, el hojaldre que podéis tomar en cualquier mesón arandino se hace aquí, y desde aquí, sale preparado para tan solo hornear y rellenar. Si no lo habéis probado, no tardéis, os estáis perdiendo algo exquisito.

Tras este último goce del paladar, tocaba regresar a casa. Es lo malo de viajar en invierno, que los días son fríos y cortos; pero sin duda este fue un viaje intenso y lleno de sensaciones; y es que Aranda de Duero, sigue sorprendiendo, por más veces que regreses.

¿Y vosotros? ¿Conocías esta oferta enogastronómica del Grupo Tudanca en Aranda de Duero? ¿Habéis parado alguna vez en el complejo Tudanca? Contadnos cómo fue vuestra experiencia, compartiéndola con nosotros en un comentario.

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